Entradas agotadas para las obras maestras de la música de cámara
No había ningún asiento disponible en el Bodega Macia Batle este domingocuando un cuarteto de músicos de renombre subió al escenario. El programa del concierto, hábilmente compuesto a partir de obras de Mozart, Beethoven y una pieza poco común de Walter Rabl, prometía y ofreció una experiencia musical extraordinaria.
Del gran escenario a un ambiente íntimo de música de cámara
Christine David, que recientemente había tocado a las órdenes de Riccardo Muti en el gran escenario de la Waldbühne de Berlín, mostró una faceta igualmente impresionante en el entorno más íntimo de la sala de música de cámara. Su interpretación de la Sonata para violín en mi menor, K304, de Mozart, fue de una elegancia chispeante que acercó al oyente a los sutiles matices de la composición. Nina Heidenreich, que tocó el violín, complementó el piano de David con tonos ricos y matizados que dotaron a la música de Mozart de una profunda textura emocional.
Un trío que hace latir más rápido los corazones
El "Trío Gassenhauer" de Ludwig van Beethoven que siguió fue una auténtica fiesta para los oídos. Christoph Zimper, un maestro del clarinete, tocó con una pasión y una técnica que cautivaron inmediatamente al público. Los tonos cálidos y ágiles de su clarinete se mezclaron armoniosamente con la poderosa interpretación del violonchelista, cuya interpretación refutó irónicamente las opiniones críticas de Dvorák sobre el violonchelo. Christine David al piano añadió una nota de humor a la pieza, que el público disfrutó visiblemente.
Vuelve un cuarteto olvidado
El momento culminante de la velada fue sin duda el cuarteto para clarinete de Walter Rabl. Esta obra, celebrada en su día por Johannes Brahms y luego olvidada, fue interpretada con tal dedicación y arte que no sorprendió que recibiera aplausos de pie. Los artistas -una simbiosis de piano, clarinete, violín y violonchelo- tocaron con una intensidad que hizo revivir plenamente el espíritu tardorromántico de Rabl.
Conclusión de una velada musical inolvidable
La actuación fue un impresionante testimonio de lo profunda y enriquecedora que puede ser la música de cámara, especialmente cuando la interpretan músicos de este calibre. Los entusiastas aplausos al final de la velada fueron un merecido elogio a una interpretación que conmovió emocionalmente e impresionó técnicamente al público. La pieza de bis, el tercer movimiento del Cuarteto Rabl, fue una conclusión adecuada para una velada llena de descubrimientos musicales.
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