Con Michael O'Leary Es mejor no meterse con el Gobierno español, sobre todo si no quiere verse envuelto en un turbulento toma y daca con amenazas abiertas. La ministra española de Protección de los Consumidores Pablo Bustinduy ha hecho precisamente eso. Y enseguida la infame respuesta de O'Leary: o España se doblega y acepta el Multa de 107 millones de euros contra Ryanair - o las tarifas subirán.
Volar es cada vez más caro, o no
La multa, dice Madrid, está más que justificada. Ryanair cobra tasas adicionales por todo: por Equipaje de mano, facturación, selección de asiento - probablemente pronto por la amable sonrisa de la tripulación de cabina. O'Leary cree que esto es algo natural. Su argumento: las tarifas bajas sólo se mantienen bajas si los clientes pagan por los extras. ¿Una penalización? Ilegalpiensa. Y si no se retira, lamentablemente tendrá que ajustar los precios de las entradas.
España sigue sin impresionarse
El ministro Bustinduy replica con frialdad: los derechos de los consumidores son más importantes que el modelo de negocio de un irlandés aficionado a las peleas. Habla de chantaje, de métodos desleales. ¿Ceder? Ni hablar.
Pero O'Leary no está solo en su enfado. La Comisión Europea de Bruselas también se está implicando. Se está examinando si las sanciones de España contra un total de cinco compañías aéreas - Ryanair incluida- socava las reglas del libre mercado. Madrid ha Diez semanaspara explicarse. Bruselas puede entonces decidir -o dejar todo el asunto para nueve meses de prórroga.
¿Y Mallorca?
El teatro bien podría tener consecuencias para Mallorca. Después de todo, nadie lleva más turistas a la isla que Ryanair. El aumento del precio de los billetes afectará los ahorradoresque hasta ahora se han asegurado tomar el sol el fin de semana por menos de 50 euros. Los hoteleros podrían ponerse nerviosos. Las aerolíneas también. ¿Y O'Leary? Está disfrutando del drama.
¿Quién cede primero?
Madrid quiere mantenerse firme. O'Leary también. La UE está investigando. Los viajeros esperan. Lo que queda al final: un duelo típico entre el poder y el mercado - y la cuestión de quién cede primero.
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