Los pequeños pubs y bares deportivos de Mallorca -en otro tiempo el alma de los barrios y lugar de encuentro tanto de residentes como de veraneantes- están sometidos a una enorme presión. Su futuro es incierto. Los retos son múltiples: el aumento de los alquileres, los elevados costes de explotación y una cultura cambiante de comer y beber están sometiendo a los negocios a una gran presión. Lo que solía ser el corazón del barrio corre cada vez más peligro de desaparecer.
Algo más que un lugar de encuentro: la importancia de los pubs locales
Los bares y restaurantes deportivos de Mallorca nunca fueron sólo lugares donde ver un partido o tomar una tapa. Eran comunidades llenas de vida. Aquí es donde la gente se reunía para pasar una tarde de fútbol, discutir las últimas noticias tomando un café con leche o encontrarse con vecinos y amigos. Pero muchos de estos pubs están ahora vacíos. Un brillante cartel de "Se alquila" ha sustituido a las antaño animadas entradas.
Las razones del declive
Uno de los principales factores es la presión económica. "Los costes aumentan más rápido que los ingresos", explica el propietario de un bar de Palma que no quiere dar su nombre. Los precios de la electricidad, que han subido mucho en los últimos años, y el elevado coste de los alquileres están dejando a muchos bares fuera del negocio. Otro factor es la clientela cambiante. Muchos visitantes, sobre todo en centros turísticos como Palma o Sóller, prefieren cenar en cafeterías de moda o cadenas internacionales. Los bares típicos mallorquines apenas pueden competir con estas ofertas modernas.
Es más, cada vez son más los locales que pasan su tiempo libre en casa. El auge de los servicios de streaming hace que cada vez menos gente acuda a los bares deportivos para ver el fútbol en compañía. Donde antes las multitudes llenas en los grandes partidos aseguraban las ventas, ahora muchos asientos permanecen vacíos.
¿Un rayo de esperanza para la tradición y la autenticidad?
Pero también hay quienes esperan un renacimiento. Algunos restauradores más jóvenes se están centrando conscientemente en lo tradicional para preservar el patrimonio de la isla. Están modernizando los menús sin olvidar las raíces y creando una mezcla de nostalgia y ambiente contemporáneo. "Es una cuestión de concepto y personalización", afirma el restaurador Miguel Cañellas, que acaba de reabrir un antiguo bar deportivo en Manacor. "La gente busca autenticidad, y nosotros se la damos".
Cómo podría ayudar la política
Mientras el gobierno intenta apoyar a los productores de alimentos de la isla con programas de subvenciones, muchos propietarios de bares ven poco apoyo para sí mismos. Las peticiones de desgravaciones fiscales o subvenciones especiales para los pequeños negocios de restauración a menudo no son escuchadas. Sin embargo, los representantes del sector argumentan que son precisamente estos establecimientos los que caracterizan la imagen y el encanto de Mallorca y, por lo tanto, deben ser protegidos.
Lo que podría perderse
Con la extinción de los bares deportivos y los pequeños restaurantes, la isla está perdiendo algo más que unidades económicas. Son las historias, la gente y el ambiente los que podrían desaparecer irremediablemente. Cada negocio cerrado es un trozo del modo de vida mallorquín que desaparece lentamente.
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